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Siete de cada diez españoles no realizan las cinco comidas diarias que se recomiendan y nueve de cada diez no toman un desayuno completo o no desayunan. Con estos datos, no nos puede extrañar que el de nuestros hijos no sea, ni con mucho, el más adecuado.

 

Es evidente que en nuestro país el desayunar bien para empezar una dura jornada no está demasiado arraigado. Así lo pone de manifiesto los resultados del Observatorio Nestlé de Hábitos Nutricionales y Estilo de Vida de las Familias. Desayunamos mal y además no solemos tomar nada a media mañana y tampoco por la tarde. Sólo un 10 por ciento de los españoles realiza un desayuno completo de acuerdo, con los patrones de una dieta equilibrada. Éste debe incluir tres grupos de alimentos: un lácteo (un vaso de leche, un yogur…), cereales (panecillo, tostadas, cereales integrales…) y una pieza de fruta o zumo natural. También, un poco de grasa de acompañamiento para el pan: mejor aceite de oliva, aunque también puede ser mantequilla o margarina, y otros acompañamientos: dulces (mermeladas…) o no dulces (embutido con poca grasa)

No olvidemos que el desayuno es la comida más importante del día y debería cubrir un 25 por ciento de nuestras necesidades de calorías al día. Encontrar el tiempo para hacer el desayuno de tu hijo — sin mencionar el lograr que se lo coma — puede ser una batalla, pero debemos intentarlo. 

Según recomienda la Asociación Española de Pediatría, nuestros hijos no deben ir a la guardería o a la escuela sin desayunar, ya que ésta es una buena costumbre que no requiere mucho tiempo –algo que nunca nos sobra- y que además proporciona grandes beneficios al llenarnos de energía para iniciar el día. Después de las horas de sueño, y por tanto de ayuno, el cuerpo necesita la energía del desayuno para empezar las actividades del día. Si no la consigue deberá recurrir a las reservas y funcionará a medio gas durante la mañana. Esto se traduce en falta de concentración y bajo rendimiento físico e intelectual.

Desayunar es un hábito, una rutina que debemos incorporar a nuestro día a día. Y, como todos los hábitos, se aprende. El papel de los padres y cuidadores como modelos en relación con los buenos hábitos alimentarios es importante. También deberíamos hacer un buen desayuno y, en lo posible, compartir mesa con los niños.

QUÉ DEBE CONSUMIR NUESTRO HIJO

Un niño entre uno y tres años necesita ingerir unas 1.300 kcal/día y entre los cuatro y los seis unas 1.800. Las proteínas deben aportar entre un 10-15 por ciento de las calorías de la dieta y son muy importantes para el crecimiento. Los hidratos de carbono aportan la mitad de las calorías diarias y las grasas el 30-35 por ciento. Con una dieta equilibrada no son necesarios los suplementos vitamínicos. El niño de 2 a 6 años debe consumir a diario cereales (que tienen hidratos de carbono, fibra, vitaminas y minerales); verduras o legumbres (que proporcionan fibra, minerales, vitaminas y proteínas); medio litro de leche al día como mínimo (o derivados lácteos), frutas y aceite de oliva.

¡ADIÓS AL BIBERÓN!

Una vez pasado el primer año de vida de nuestro bebé debemos dejar de lado el biberón, por varias razones:

  • riesgo de padecer obesidad: los bebés que toman varios biberones al día de leche con otros añadidos, tienen más posibilidades de ser obesos.
  • falta de apetito: el biberón tomado cerca de las comidas principales disminuye el apetito del niño, generando conflictos.
  • anemia: el exceso de calcio que se toma con la leche interfiere en la absorción de hierro, compite con el mismo produciendo anemia
  • caries: es primordial evitar dar el biberón por la noche y en la cuna, ya que los restos de leche que permanecen en la boca dañan los dientes generando caries.

Fernando Martín.

Fotos Shutterstock


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