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En ayunas, con nervios y con la perspectiva de que van a pinchar a nuestro bebé puede poner de los nervios a cualquier padre o madre que se precie. Tranquilidad, los profesionales sanitarios saben hacer bien su trabajo. Déjate guiar y haz que hacer un análisis de sangre sea sencillo para tu peque. Así nos lo cuentan los especialistas.

Se nos plantea la duda de cómo orientar estas líneas y tras debatir entre nosotros llegamos a la conclusión de que lo más apropiado es exponer a nuestras lectoras, madres de bebés y niños, los aspectos más relevantes sobre la extracción de sangre, desde el punto de vista técnico y emocional. En este último intentaremos englobar los sentimientos y emociones de los niños, madres, padres y profesionales de enfermería, no olvidando, por supuesto, que en no pocas ocasiones nosotros también somos madres y padres.

¿Qué es una analítica de sangre?

Es una prueba de laboratorio que analiza los principales componentes de la sangre del niño. En una muestra de sangre nunca se analizan todos sus componentes, sino aquellos que interesa conocer sus valores en el caso concreto de cada niño.

En consecuencia, una analítica de sangre siempre debe ser prescrita por un facultativo que, en función del motivo por el que solicite la prueba, determina los parámetros que interesa analizar en la situación determinada de cada niño.

La analítica de sangre generalmente ha de realizarse en ayunas de varias horas. Entendemos que ésta es una medida nada agradable tanto para la madre como para el bebé, pero necesaria pues la ingesta de alimento en las horas previas a la extracción de la muestra alteraría el resultado de algunas determinaciones. Esta situación la podemos resumir en una pregunta ¿Ese parámetro alterado es consecuencia de la ingesta de alimento o es porque realmente el niño tiene esa alteración? Una incertidumbre más a sumar al momento, para evitarla se ha de respetar las horas de ayuno.

No todas las pruebas requieren de ayuno, por lo que es conveniente preguntar al médico o a la enfermera al respecto para que indique lo que se debe hacer.

La extracción

Llegamos al temido momento de realizar la extracción de sangre. Decimos temido porque esta práctica ocasiona ansiedad a los niños y a los padres. No sería una osadía por nuestra parte afirmar que casi siempre provoca más ansiedad en los progenitores que en los propios niños. Pero este aspecto lo abordaremos más adelante.

La obtención de la muestra de sangre se realiza por parte de los profesionales de enfermería de forma sencilla mediante la punción de una vena con una aguja lo más fina posible, pero que permita el flujo sanguíneo al tubo.

Las venas de primera elección para su punción son las de la flexura del codo (vena radial, cubital y mediana) por criterio de calibre y accesibilidad. Hemos de indicar que en el paciente pediátrico el punto de punción puede variar dependiendo de la edad y tamaño del niño, siendo en ocasiones necesario, sobre todo en recién nacidos y lactantes, utilizar las venas superficiales del cuero cabelludo o del cuello (vena yugular externa). La punción en estas últimas venas es más llamativa y asusta a los padres, pero ni es más doloroso ni más peligroso que la punción en el brazo.

La enfermera que realiza la extracción coloca un compresor (tira de goma) en el brazo del niño, por encima de la flexura del codo, con el objetivo de que las venas se “llenen” de sangre y la localización de la vena, la decisión del punto de punción y la extracción de la muestra sanguínea sea más sencilla, intentando minimizar el margen de error. Esta decisión por parte del profesional se adopta mediante el tacto, determinando así la profundidad y el calibre del vaso sanguíneo.

Si se trata de un bebé es muy importante colocar al niño tumbado en la camilla lo más cómodamente posible para él, pero también poniendo en valor que la postura debe ser la adecuada para que la enfermera realice la extracción con la mejor accesibilidad. El siguiente paso es lograr la inmovilización del niño o bebé. Esto ocasiona a los padres cierta angustia, pero deben entender que es imprescindible para el éxito de la punción.

Tras localizar el punto más adecuado, se desinfecta la piel con un algodón o gasa impregnada en alcohol con clorhexidina y se procede a introducir la aguja en la luz de la vena y de este modo conseguir la muestra de sangre necesaria.

Previamente se ha de explicar a la madre el procedimiento que vamos a realizar. También podemos hablar con el niño adaptando nuestras explicaciones a su edad y nivel de comprensión.

Si la edad del niño lo permite, es importante avisarle siempre antes de la punción para que esté preparado.

Preparar al niño

Es importante preparar a los niños para la extracción de la muestra sanguínea.

La mera presencia de una bata blanca, del entorno hospitalario o centro de salud, además de la aguja, ocasiona ansiedad en los niños y en las mamás. En las mamas, cuanto más pequeño es el niño mayor grado de comprensible ansiedad se presenta. Por todo ello es primordial preparar al niño antes de la extracción.

El temor a una situación desconocida por el niño y a ser sujetado con la firmeza necesaria para garantizar el éxito de la punción puede verse minimizado considerablemente si se prepara al niño para el momento a vivir.

Es recomendable la presencia de los padres, siempre y cuando sigan las recomendaciones de la enfermera, ya que su ayuda puede ser de mucha utilidad y contribuir a que el niño esté más tranquilo y se sienta acompañado.

Facilita mucho la confianza y la empatía con la enfermera que no se utilice el “pinchazo” como coacción o castigo. Ya les decía que los profesionales de la salud también somos padres…

Cómo debes explicar lo que va a pasar

Los padres deben explicar lo más detalladamente posible que hay que ir al hospital o centro de salud, que una enfermera le tiene que pinchar en el brazo, que algo le dolerá pero que es muy poquito, que le cogerán el brazo y pondrán una goma para que la vena se vea mejor. Que es muy importante que no mueva nada el brazo para que todo pase rápidamente.

¿Seguro que quieres entrar?

Es cierto que en ocasiones los padres lo pasan tan mal que transmiten más ansiedad al niño e incluso al personal sanitario que realiza la extracción. Solo en estos casos los padres deberían no entrar a la sala de extracciones con el niño, confiando en el profesional sanitario, que siempre hace su trabajo pensando en lo mejor para el niño.

Si el niño se ha mareado en alguna ocasión previa debe comentárselo a los profesionales, para realizar la extracción con el niño tumbado.

 

José Castillo Fuentes. Enfermero del Centro de Salud de Santa Olalla. Toledo.

Felipe Fondón Refolio. Enfermero. Supervisor del Laboratorio y Banco de Sangre del Hospital “Nuestra Señora del Prado”. Talavera de la Reina. Toledo.

 


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