Pesadillas y terrores nocturnos
Los miedos son muy normales en los niños pequeños, tienen un comienzo sobre los siete u ocho meses: miedo al pediatra, miedo a monstruos, miedo a desconocidos, miedo a la guardería etc. A veces solo por qué la madre se separa. Es normal, incluso en ocasiones el niño simula miedo para conseguir algo.
Los niños pueden tener miedo a muchísimas cosas, todo depende de las experiencias vividas. Lo que seguro que necesitan es que sus padres les den seguridad y les inculquen autoestima. En este artículo nos vamos a centrar en las pesadillas y los terrores nocturnos, en los que intervienen distintos tipos de temores.
Pesadillas
Son sueños angustiosos que suelen producirse por distintos motivos, en relación con actos violentos en su entorno, ver dibujos o películas de contenido fuerte o escenas del día a día de la vida. Al no poder absorber el pequeño la intensidad y variedad de cosas que va conociendo, suele recordarlas durante el sueño, por lo que el niño se despierta sobresaltado, angustiado o chilla y llora. Les cuesta conciliar el sueño.
Normalmente la pesadilla se suele recordar al día siguiente, lo que les provoca miedo a ir a la cama, con lo que esta situación al día siguiente genera sueño, añádase, nerviosismo y tensión emocional.
Si se repiten las pesadillas con frecuencia, suele haber o un problema familiar detrás o con los amigos o con el colegio.
Para evitar las pesadillas, en la medida de lo posible, se deben evitar los juegos bruscos a última hora y procurar que duerma con una luz tenue encendida, eso les ayudará a sobrellevarlo.
Entre los dos años y medio y los cinco años y medio es cuando suele suceder el periodo de las pesadillas. No suelen precisar ayudas del psicólogo, pero sí que hay que hablar con ellos, y si es necesario, preguntarles si tienen problemas en el cole o con algún amigo. Y lo que nunca se debe hacer es reírse de sus pesadillas.
Los niños pueden tener miedo a cosas muy variadas, depende de las experiencias que han vivido
Terrores nocturnos
Son muy frecuentes y no son de gran importancia, comienzan en la fase de sueño profundo, se genera gran angustia, lloros, ansiedad, el niño grita, tiembla, le falta el aire y a veces se hace pipí.
No deja recuerdos con lo cual por la mañana el niño se levanta y no sabe qué es lo que le pasó, suelen ser más frecuentes por el cansancio o con problemas escolares o familiares. No se debe despertar al niño ni decirle nada. mientras que los terrores suceden. Se debe fomentar una gran disciplina en los horarios de ir a la cama y el niño debe de tratar de dormir unas 10 horas al día. influye la genética, tiene un porcentaje de herencia familiar.
En ocasiones precisa control por un psicólogo y a veces algún ansiolítico y control por el pediatra cuando se repiten con mucha frecuencia
Dr. Francisco Pozo Priego. Director Médico Policlínica Longares