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Los terribles 2 años y como acompañarlos

“Siempre le han encantado los macarrones, y a la semana siguiente, llora porque ya no los quiere comer”. Esta frase se repite casi a diario en padres y madres de niños cuya edad ronda los 2 años.
Alrededor de los 18 meses se produce una gran explosión de conexiones cerebrales, donde los niños comienzan a trabajar en su auto-concepto descubriendo que son partes  independientes de sus padres y que pueden comenzar a tomar sus propias decisiones sobre acciones cotidianas. Es entonces, cuando se implanta en su vocabulario la palabra “no”, la cual se utiliza recurrentemente y casi casi indiscriminadamente cada vez que el adulto indica una acción:
“recoge los juguetes” “es la hora del baño” “nos tenemos que ir del parque”… El adulto en cuestión, puede traducir esta etapa como “rebeldía”, pero, nada más lejos de la realidad… son sus primeros pasos hacia la autonomía.
Es en esta etapa donde el niño/a deja atrás la etapa de bebé para convertirse en una persona con poder de decisión, con una fuerte necesidad de expresar sus deseos, los cuales
habitualmente deben cumplirse de forma inmediata. Todavía no se ha adquirido un lenguaje fluido con el que poder expresarse, por lo que, se encuentra en una continua búsqueda de cómo comunicarse con el adulto, dando paso al uso de otras herramientas, como por ejemplo, el llanto o los berrinches acompañados de gritos y pataletas, y las tan temibles rabietas. Es tarea del adulto entender que estas acciones no son más que, las únicas herramientas de
comunicación que se posee, pero esto no significa que no se deban reconducir. Conseguir esto, te acercará emocionalmente a tu hijo/a desde una visión de comprensión, empatía y acompañamiento.
Entonces, ¿cómo puedo acompañar a mi hijo/a en este proceso?
A continuación, hablaremos de diferentes herramientas que puedes adoptar para poder hacerle frente a estos terribles 2 años de una forma asertiva y respetuosa con tu hijo/a.
1- OBSERVA.
Actuar sin pensar, nos puede llevar a tomar decisiones precipitadas producidas por la impulsividad del momento, y esto te puede llevar a sentimientos de culpa. Observar el comportamiento de tu hijo/a en momentos de rabieta, te dará información sobre cómo actúa, que herramientas posee para comunicarse y qué es lo que ha detonado dicha rabieta. Estos tres aspectos, son de vital importancia para poder gestionar estas situaciones y, lo que es más importante, abre la puerta a nuestra segunda herramienta de acompañamiento: la anticipación.
2- ANTICIPA Y OFRECE OPCIONES.
”Hacer una cosa antes de que ocurra”. Si al cabo de un
tiempo de observación has podido localizar qué puede ser el detonante de una rabieta, es hora de actuar sobre aquello que os está creando estos conflictos.
Enfrentar la situación de forma directa, puede ocasionar más sentimientos de frustración en tu peque, y esto conlleva a la agravación del enfado y todas sus consecuencias. Una gran opción para poder evitar esa rabieta es adelantar lo que
pueda suceder, ofrécele dos opciones limitadas (no más de dos) o anticipa verbalmente qué es lo que va a suceder, por ejemplo: “prefieres que te lea este cuento o este otro” “Cuando termine el cuento, apagaré la luz y será hora de dormir” “Quieres el yogurt de fresa o de limón”. Con esta simple acción consigues involucrar al peque en la toma de sus propias decisiones, recuerda que está en el camino hacia su autoconcepto, se siente validado emocionalmente y comienza a entender la importancia de decidir. Gracias a esto, se olvidará de revelarse contra la imposición del adulto.
3- MARCA EL LÍMITE.
A lo largo del desarrollo cognitivo y lingüístico del ser humano, existe una etapa en la que estos dos aspectos están tremendamente descompensados.
Por un lado, la capacidad de comprensión del lenguaje se desarrolla a edades muy tempranas (alrededor de los 11-12 meses), siendo el niño capaz de poder interpretar los mensajes verbales y no verbales que le transmite el adulto, sin embargo, su desarrollo lingüístico a través del cual, poder expresar deseos y necesidades, no se dará hasta casi un año más tarde.
Por tanto, marcar un límite con un vocabulario claro, conciso y adaptado a la edad de tu peque, os ayudará a poder evitar situaciones de rabieta y enfado, por ejemplo: “Si vuelves a lanzar los juguetes al suelo, los recogeremos” “Si metes la mano en la comida, retiraré tu plato y terminarás de cenar”. Además, conseguirás introducir aspectos importantes como la canalización de la frustración, la aceptación de un “no”
por respuesta.
4- CONSECUENCIAS RELACIONADAS.
Al hilo de los límites y como herramienta globalizadora de los puntos anteriores, llegan las consecuencias.
Para marcar consecuencias de una forma respetuosa con tu peque, debes informarle de forma anticipada y tener relación con su acción. Para ello, utiliza un tono amable y seguro a la vez, háblale de cómo vas a actuar si se repite eso que está haciendo que os enfadéis, agáchate a su altura, asegúrate que te mira a los ojos y te está escuchando, sé conciso, repite esa consecuencia un par de veces o recuérdale lo que sucederá. Si su conducta se reconduce, agradécele su esfuerzo y refuerza su actuación. Si por el contrario, tu peque “vuelve a la carga”, realiza la consecuencia de la que habías
hablado anteriormente. Usando el ejemplo de la anterior herramienta: “ya te dije que si lanzabas el juguete, lo íbamos a recoger”.
Llevar a cabo una consecuencia, puede generar un estallido de frustración y lloros en tu peque, es el momento de acompañarle en su emoción, nuestra séptima y última
herramienta.
5. VALIDAR EMOCIONES Y ACOMPAÑARLAS.
El cerebro del niño es un cerebro inmaduro, el cual se mueve por puros instintos y la satisfacción de necesidades, lo cual
causa un gran placer en su parte más primitiva del cerebro. La ausencia de dicha satisfacción desencadena frustración y la frustración y el enfado van cogidos de la mano.
Una vez usadas todas o algunas de estas herramientas para gestionar rabietas, llegas al punto del que hablábamos anteriormente y esa consecuencia ha desencadenado esa
temible rabieta, ¡estás de enhorabuena! Tus esfuerzos están dando su fruto y es hora de acompañar a tu peque y demostrarle que tu amor es incondicional. Quédate
cerquita, comprende y verbaliza qué es lo que le ha enfadado y hazle saber que entiendes cómo se siente, abrázale, ofrécele otro plan para jugar juntos, un vasito de
agua para calmar la tristeza, un pañuelo para limpiar sus lágrimas, escuchar vuestra canción favorita…o simplemente siéntate a su lado en una actitud amigable y cercana para que, cuando lo necesite, pueda encontrar cobijo en tu regazo. ¡Ojo! Recuerda que ya habéis hablado de una consecuencia, bajo ningún concepto debes ceder en esevlímite que has impuesto, de lo contrario, estarás reforzando de forma inconsciente esavherramienta de comunicación de tu peque, lo que producirá que la repita una y otra vez para poder conseguir lo que se propone cada vez con más fuerza.
La gran aventura de ser papás y mamás, conlleva encontrarse con situaciones nuevas que generan dudas y miedos, descubrir caminos desconocidos, de días complicados, de noches agotadoras… Los errores son grandes oportunidades de aprendizaje y éstos, forman parte de cualquier formación. Recuerda que eres el mejor papá/mamá que tu hijo/a puede tener.

Patricia Gracia Andrés
Certificada en Disciplina Positiva para familias
Directora Nanyland San Francisco.

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