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El trastorno por déficit de atención e hiperactividad, suena con bastante frecuencia, no en vano es el trastorno psiquiátrico más frecuente en la infancia, lo que es causa de la fuerte preocupación que sienten algunos padres cuando tienen un hijo que es “muy trasto”.

Esta patología, en muchas ocasiones, se acompaña de otra problemática, por lo que el tratamiento deberá ser multidisciplinar, desde psicólogo, neurólogo, pediatra hasta farmacológico.

El niño que lo padece, por lo general, tiene una gran dificultad para atender y concentrarse, le cuesta progresar en la escuela y suele ser blanco de las miradas de los profesores, porque siempre llama la atención o crea problemas. Tiene mucha actividad, se distrae con mucha facilidad, suelen ser niños muy impulsivos y la sintomatología suele comenzar a partir delos 4 o 5 años.

Aquellos que tienen el trastorno crean crea un ambiente negativo, así que es fundamental actuar antes de la adolescencia. Entre ellos, provoca múltiples efectos: el rendimiento académico se resiente y provoca un fracaso escolar; son niños que suelen repetir curso y eso les crea baja autoestima.

Conocer bien los síntomas

No siempre hay un trastorno único, con lo mismo síntomas. Hay diferentes tipos, por ejemplo: niños hiperactivos, niños impulsivos, niños con mala atención, niños con combinación de síntomas, con hiperactividad, inadecuada atención, impulsivos; en definitiva, mucha variedad, por lo que conviene estar atentos a la sintomatología, sin por ello pensar que cualquier niño porque haga muchas actividades ya será un niño hiperactivo. Lo que sí es curioso y cierto es que son niños que suelen comenzar muchas tareas a la vez y no terminar ninguna.

Por lo general, son niños que no prestan mucha atención, les preguntas sobre algo que han visto y no se acuerdan, porque no se han fijado bien. Las tareas largas no las terminan, no suelen escuchar en órdenes complicadas, tienen gran dificultad ya que se distraen muy fácilmente. También es conveniente fijarse en otros síntomas, como que son niños que suelen hacer mucho ruido, que no obedecen, tiene dificultad para permanecer sentados, no es fácil que se queden quietos.

Conviene detectarlo antes de la adolescencia, pues a partir de esas edades son niños que por su impulsividad y su carácter tiene muchas más posibilidades de fumar, beber alcohol, tontear con las drogas. Pudiendo capacitarse para trabajos superiores, al final se estancan en los estudios y sufren. No miran las consecuencias, no piensan en evitar los errores.

Ante cualquier sospecha, siempre conviene consultar con el pediatra, por si hay que llevarlo al neurólogo, que con unas sencillos test psicológicos va a saber apreciar si tiene algún posible síntomas en relación con el trastorno de atención e hiperactividad, que en muchos casos se puede corregir con ciertos medicamentos que se vigilarán por el especialista.

Dr. FRANCISCO POZO PRIEGO

Director médico de Policlínica Longares

 


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