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Hay muchos padres preocupados porque su pequeño moja la cama por la noche, a pesar de que por el día ya no usan pañal. No te desesperes, es más frecuente de lo que te imaginas. Para ayudarte a comprender lo que le está pasando, los doctores Luís Crespo y Eldiberto Fernández te explican en qué consiste y como tratar la enuresis nocturna.

¿Qué es la enuresis nocturna?

Se puede definir la enuresis nocturna como una variedad particular de incontinencia urinaria que se produce exclusivamente durante el sueño. Cuando existe de forma aislada, sin otros síntomas asociados como incontinencia diurna o necesidad urgente para orinar, hablamos de enuresis monosintomática, y si se presenta en un niño que nunca ha permanecido seco por las noches durante más de seis meses, de enuresis primaria.

 

¿Por qué moja la cama?

La causa de la enuresis no está plenamente aclarada, aunque sabemos que existe un fuerte componente hereditario en el problema.

Tres factores parecen jugar un papel importante en la enuresis:

-La producción elevada de orina durante la noche.

-Una capacidad vesical relativamente pequeña.

-Cierta dificultad para despertar de un sueño profundo.

Un problema frecuente… y benigno

La enuresis primaria monosintomática constituye un problema benigno y muy frecuente, que puede llegar a afectar a un 10% de los niños de 7 años y cuya evolución natural es hacia la resolución espontánea.

 

Éste buen pronóstico ha justificado la actitud clásica de no tratar a los niños con enuresis, pero no debemos olvidar que hasta un 7% de ellos, llegará a la edad adulta sin ver resuelto su problema. Adicionalmente, a partir de los 7-8 años, los niños con enuresis comienzan a sufrir seriamente por su condición, manifestando sentimientos de vergüenza y baja autoestima que podrían acabar condicionando problemas mayores, además de interferir con su normal desarrollo social (viajes, excursiones escolares, noches fuera en casa de amigos, etc.)

Por ello, el consenso actual recomienda no tratar específicamente la enuresis en niños menores de 5 años (por debajo de esa edad la incontinencia nocturna es fisiológica), pero tampoco dejar sin tratar los casos diagnosticados en niños mayores de 6-7 años.

La mayor parte de los niños con enuresis presentan alguno de estos factores de forma plenamente reconocible, y es muy probable que el motivo por el que algunos niños mojan la cama más allá de los cinco años y otros no, tenga que ver con lo que se ha dado en llamar “cronobiología”, o más llanamente “reloj biológico”: Gran cantidad de los procesos fisiológicos que tienen lugar en nuestro organismo se regula en función del ritmo día-noche. Cuando por alguna razón ese reloj interno no está plenamente sincronizado, se producen trastornos de diversa índole. La enuresis sería uno de ellos.

Normalmente el diagnóstico de enuresis se hace en base a la historia clínica del paciente, sin que sean imprescindibles estudios complementarios para el mismo. No obstante, es recomendable practicar una analítica básica de orina y un urocultivo. Si está disponible, una ecografía permite descartar patología adicional.

Muchas causas, muchas soluciones

Puesto que la causa de la enuresis parece ser multifactorial, probablemente también deba serlo el tratamiento. Aunque existe tratamiento farmacológico, desgraciadamente no siempre logra un éxito rápido e infalible. Lo mismo se puede decir de las famosas alarmas electrónicas.

En la inmensa mayoría de los casos, se logra una mejoría bastante llamativa en el primer mes de tratamiento. Si no es así, se puede considerar añadir una alarma de enuresis y/o tratamiento farmacológico, pero sin abandonar la terapia conductual que busca, valga la expresión, “poner en hora” el reloj biológico del niño. Se pueden lograr tasas de éxito superiores al 90% con este abordaje del problema. Cuando el tratamiento falla, es hora de considerar la posible presencia de patología adicional.

¿Cómo actuamos?

La recomendación actual de tratamiento del problema que nos ocupa pasa, más bien, por un abordaje en etapas que comience por una adecuada información al niño y sus padres sobre la naturaleza de la condición por la que nos consulta. Debemos explicarle que su problema es común, procurando evitarle sentimientos de vergüenza o culpabilidad. Estableceremos luego un régimen de modificación de hábitos, para conseguir que el niño beba con normalidad durante todo el día pero reduzca la ingesta de líquido unas horas antes de acostarse. Recomendaremos que retire el pañal, si aún lo usa, y le ayudaremos a mantenerse seco en las primeras noches de tratamiento despertándole una vez para acompañarle al baño.

MUY ÚTIL: Es muy conveniente que el niño rellene un calendario donde quede reflejada su progresión, que le servirá como refuerzo positivo y nos permitirá evaluar el resultado del tratamiento. Los refuerzos negativos (castigos) no contribuyen a mejorar la evolución.

Por Dr. Luis Crespo y Dr. Eldiberto Fernández, del servicio de Urologia Infantil y Adultos del Hospital San Rafael de Madrid.

 

 

 


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