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Embarazo, perros o gatos… inmediatamente nos lleva a la preocupación ante la posibilidad de afectación de una enfermedad llamada toxoplasmosis. Un experto veterinario nos explica qué se debe hacer y cómo se ha involucrado erróneamente al perro en esta enfermedad.

Se trata de una enfermedad que preocupa a las mujeres embarazadas y frente a la que existen multitud de imprecisiones en referencia a los animales de compañía, ya que el gato (y felinos salvajes) juegan un cierto papel protagonista, siendo el perro totalmente ajeno a la transmisión de esta enfermedad parasitaria. Sirvan estas líneas, al menos, para quitarnos una preocupación de encima, y evitar que el perro tenga que salir de casa al convivir con una embarazada.

El responsable de la toxoplasmosis es “Toxoplasma gondii” un parásito protozoo, microscópico, con dos tipos de hospedadores (seres vivos en los que vive):

  • Hospedador principal, el gato, único animal en donde se produce la reproducción sexual de toxoplasma.
  • Hospedadores intermedios, que pueden padecer la enfermedad, entre los que se encuentra el hombre, perro, óvidos y otros muchos mamíferos de sangre caliente, incluido el gato, que también en algunos casos puede padecer la enfermedad.

La transmisión se produce por vía oral por la ingestión de quistes (similares a huevos del parásito) por contacto con la tierra, arena del gato, vegetales o quistes en la musculatura de los animales de abasto (cordero, cerdo, vacuno, etc.) sin cocinar. La carne congelada (-20 ºC) o bien cocinada (> 65 ºC) evita la transmisión. En cuanto al papel del gato como transmisor es importante señalar varios aspectos, como son que sólo elimina “quistes” de toxoplasma en las heces generalmente una vez en la vida y durante sólo unos días o semanas, por lo que el contacto con estos es muy improbable. Además, los quistes, para ser infecciosos, deben madurar en el medio ambiente de 24 a 72 horas.

Los riesgos de esta infección para las personas son casi exclusivamente para las embarazadas, al ser responsable de abortos o malformaciones en algunos casos. En términos generales podemos decir que los hombres y las mujeres no embarazadas no tienen riesgo, hasta el punto de que el contacto con Toxoplasma, produce una inmunidad duradera, como si nos vacunáramos, sin aparecer ningún síntoma de enfermedad, por lo que la persona no es consciente de ello (en ocasiones puede producir unos leves síntomas de tipo gripal).

Toxoplasmosis y embarazo

En relación con el embarazo, en esta situación aparece el mayor riesgo con la toxoplasmosis, solo si una embarazada tiene el primer contacto con el parásito durante la gestación, es cuando pueden aparecer los problemas. Por ello a todas las embarazadas les realizan una “serología antitoxoplasma”, de tal forma que si ya son positivas (quiere decir que anteriormente tuvieron contacto con el parásito), no corren riesgo; mientras que, si la prueba resulta negativa, deberán extremar las precauciones para no entrar en contacto con Toxoplasma durante el embarazo. En el primer trimestre de embarazo, el riesgo de contagio es mínimo, aunque de producirse, las repercusiones son más graves. En el último tercio es menos difícil el contagio, pero las consecuencias para el niño son mucho menores.

Medidas de precaución

Tras realizar un análisis a una embarazada, si este resulta negativo (no ha tenido contacto previo con toxoplasma), las medidas de precaución para evitar el contagio son:

  • Tomar carne congelada o bien cocinada, evitar los embutidos y productos crudos o poco cocinados.
  • Usar guantes al manipular la carne cruda.
  • Lavar bien frutas y verduras (cuidado al comer fuera de casa)
  • Si se posee gato, no debe dejarle salir al exterior, evitar que cace roedores, realizar una limpieza diaria del cajón, mejor otra persona, pero si lo hace la embarazada, que sea con guantes y mascarilla.
  • Evitar el contacto con gatos desconocidos, especialmente vagabundos.
  • Usar guantes en los trabajos de jardinería

Manuel Lázaro. Veterinario. Clínica Veterinaria “Mirasierra”


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