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Elegir un buen calzado es un factor fundamental para la salud de tu hijo. Debemos pensar en unos zapatos que favorezcan el correcto crecimiento del pie, en una talla correcta, que no presione y cause lesiones al pequeño y, sobre todo, en que le aporte la seguridad que necesita para su estabilidad.

El niño, por regla general, empieza a ponerse de pie entre los 10 y los 18 meses. Hasta entonces los bebés sólo han utilizado el calzado para cubrir sus pies y protegerlos del calor o del frío. Ahora empiezan una etapa en la que debemos prestar atención en elegir bien el calzado que vamos a ponerle para evitar problemas en el aparato locomotor.

Ese calzado que vamos a poner a nuestro niño es diferente al de adultos porque, como señalan en el Hospital del Nens de Barcelona, “el niño es hiperlaxo, es decir, que sus articulaciones son muy blandas, es lo que los médicos llamamos “pie plano-lazo infantil”, esta situación se considera normal hasta aproximadamente los tres años”.

Hay que escoger aquel modelo que se adapte a las necesidades motrices del niño, para que el desarrollo del pie se haga de forma correcta. Según señala el pediatra Ernesto Such, “un calzado adecuado favorece el correcto desarrollo del pie, además de aportar seguridad y confianza al bebé en sus primeros pasos. Una base algo más ancha en talón facilita su equilibro”.

El calzado infantil se debe vigilar con cierta regularidad, ya que cada tres meses el pie de los peques crece entre siete y ocho milímetros, siempre nos parecerá que su crecimiento es demasiado rápido, pero la realidad es esa y por ello hay que asegurarse de que no le queden pequeños. Y, por cierto, no es bueno que se pasen los zapatos descartados a otro niño, por muy nuevos que estén, porque el zapato se amolda a cada pie en particular.

Su estabilidad es clave en los primeros pasos, pero no podemos olvidar que un zapato debe proteger y favorecer el equilibrio de los chiquitines. Así que será indispensable que sea un buen zapato, que tenga calidad, que su elaboración sea con materiales ligeros y flexibles y, por supuesto, que sean cómodos y transpirables. Deben respetar la fisiología y la biomecánica del pie.

Hay que escoger aquel modelo que se adapte a las necesidades motrices del niño, para que el desarrollo del pie se haga de forma correcta

Seguridad y estabilidad

Un calzado que favorece el correcto desarrollo del pie, aportará seguridad y confianza al bebé en la fase del gateo y primeros pasos. Contará con una base algo más ancha en el talón para facilitar su equilibrio. El pie del bebé debe entrar sin dificultad en el zapato, es importante no retrasar el cambio de talla y priorizar siempre su protección en punta y talón, así como su transpirabilidad.

La suela flexible de doble dirección está adaptada a los movimientos más habituales de los niños en esta etapa. También cabe destacar el hendido en forma de “U”, que evita la presión sobre el tendón de Aquiles y permite el movimiento del tobillo.

Así los zapatos denominados pediátricos mediante un sistema de estabilizadores laterales, que centran el eje de gravedad, mejoran el equilibrio y estabilidad, lo que anima al niño a andar sin ayuda, aportándole independencia y multiplicando su interacción. También gracias a su suela hiperflexible y su puntera perforada consigue que avance de manera más sencilla y segura.

No apuestes por una talla grande de calzado para que le dure más tiempo. Esto además de alterar su forma de caminar, también puede ocasionarle heridas que le van a causar dolor.

Para comprar el calzado debemos poner calcetines al niño y comprobar que existe un espacio de medio centímetro o centímetro y medio, como máximo, entre el dedo más largo y el material del zapato. Podemos comprobarlos presionando con nuestros dedos en la punta del calzado y así ver si rozan los dedos o no.

Los pies de los niños están en continuo crecimiento, así que es tarea de los padres estar pendientes de que les calcemos con aquello que necesitan en cada etapa para conseguir que no tengan ningún problema en su aparato locomotor.

¿Cómo debe ser el calzado ideal?

  • Lo mejor es que la horma sea recta, porque si es como la que usamos los adultos podría deformar los dedos del peque
  • La puntera debe ser redondeada y cerrada, para que los dedos tengan espacio para moverse
  • El contrafuerte del zapato debe llegar por encima del talón y sujetar el pie, sin que ello signifique se sea rígido
  • El zapato debe sujetar el pie, pero permitir la movilidad, así que los podólogos recomiendan que se abroche sobre el empeine con cordones o velcro.
  • Debes evitar que el calzado tenga costuras en el forro, que terminarían dañando el pie del niño y la plantilla tiene que ser plana y flexible
  • Los dibujos multidireccionales en la suela ayudan a que el zapato no resbale.
  • Deben ser de un material ligero y flexible, el mejor es la piel, porque, además, permite la transpiración.

¡Ojo! El pie puede enfermar

Según los podólogos, el uso inadecuado del calzado en niños puede ocasionar más enfermedades de las que puedas imaginar. Así señalan los especialistas que se pueden dar deformidad en los dedos, los dolorosos uñeros, tendinitis aquilea, dolores en la planta del pie, eccemas o verrugas, entre otros

Un zapato debe proteger y favorecer el equilibrio de los chiquitines

4 errores comunes

Según el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos de España nunca debes:

  • Comprar el calzado más grande para que le valga toda la temporada: el calzado tiene que acomodarse al tamaño real del pie del niño. Si el zapato no es justo de su talla podría alterar su forma de caminar, provocarle inestabilidad o crearle ampollas o laceraciones.
  • “Heredar” zapatos, pasando de unos a otros hermanos o entre familiares o amigos: la pisada de cada persona es diferente y compartir calzado puede distorsionar la misma.
  • Reutilizar el calzado de la temporada pasada, sin tener en cuenta el desgaste del calzado, el crecimiento del pie…
  • Comprar el calzado solo atendiendo a su precio porque les va a durar poco. Aunque, que sea más caro no asegura que sea mejor.

 

Cuándo debes ir a comprar los zapatos

El mejor momento para ir a comprar un zapato es al final del día. Los pies del pequeño están más hinchados después de todo el día de actividad y eso facilitará que no elijamos una talla pequeña. Hay una diferencia del 4% de volumen del pie respecto a la mañana. Además, es importante que pongamos de pie al niño, para que todo el peso recaiga en su pie y así podamos comprobar si realmente le está bien. Y, por cierto, se debe probar siempre los dos pies.

 

Bebé y mujer


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