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El apego o el vínculo afectivo es un proceso mediante el cual el bebé se relaciona y se comunica con sus progenitores o con cuidadores habituales. Esta interacción es vital para el desarrollo socio-afectivo del infante.

Nada más nacer, el bebé ya está preparado para empezar a crear esos lazos de unión con sus progenitores. Es un “empezar” porque en realidad, el apego es un proceso. Ocurre gradualmente y mediante la vivencia de experiencias conjuntas entre padres y bebé. El mero hecho de cambiar el pañal, simplemente hablándole, sonriéndole o acariciándole, ofreciéndole contacto visual y táctil puede servir para ir estableciendo un apego seguro.

CONFIANZA Y SEGURIDAD

Durante esas experiencias el bebé, va adquiriendo confianza y seguridad con sus progenitores o sus cuidadores habituales, también va forjando unas expectativas sobre la relación con ellos. Un bebé que se siente atendido, querido y seguro va a tener la percepción de que puede contar con sus padres en cualquier ocasión, es decir, va a tener una relación de confianza con ellos. A la vez el interaccionar con nuestros hijos nos hace conocerles más y de este modo depositar también nuestra confianza en ellos, evitando la sobreprotección y una relación autoritaria. Por lo cual, es un proceso bidireccional.

Un bebé o un niño/a con un apego “seguro”, es decir, con unos vínculos fuertes hacia sus progenitores o cuidadores, es un niño que se siente protegido ante su presencia con lo cual esto le va a dar la seguridad para experimentar con el medio. Cuanto más sólida y segura sea la relación con los padres, más sólidas serán las demás relaciones que irá estableciendo con el resto de figuras de apego secundarios (abuelos, hermanos, amigos, maestros, etc…)

FAVORECER EL APRENDIZAJE

Si tenemos en cuenta que el niño/a aprende a través de la experiencia con el medio, por ejemplo, manipulando objetos, desplazándose por el espacio, etc., podemos decir que el tener unos vínculos afectivos positivos favorece el aprendizaje. Durante el periodo que va de los 10 a los 18 meses la principal actividad de los niños consiste en explorar el mundo. Pero esta exploración implica también inseguridad; puede sentir miedo y verse amenazado por el ambiente que le rodea. Por eso, antes de adentrarse en el mundo, necesita saber que hay alguien que lo protege y a quien puede recurrir en caso de necesidad, que le dará su apoyo y consuelo.

El masaje infantil, las caricias, el acarreo, la lactancia, el colecho, la expresión de sentimientos verbal y corporalmente, la escucha activa, el compartir actividades fortalece y favorece el proceso de creación de vínculos ya que permite el conocimiento mutuo a una mayor profundidad, lo cual es vital para que se dé el respeto mutuo, base de una relación próspera y sana.

LLEGA LA SEPARACIÓN

Dicho esto, siempre llega el momento en el que se produce una separación, bien por la incorporación de la madre al trabajo, porque se inicia el periodo escolar, etc. Esta separación es dolorosa para ambas partes y el niño o la niña puede experimentar ansiedad, pero es una fase normal del desarrollo humano. Cuando los niños empiezan a entender que los padres siguen existiendo aunque ellos no puedan verlos (lo que en psicología se denomina “permanencia del objeto”), cuando empiezan a vincularse con las figuras de apego secundarias, entonces van adquiriendo habilidades de autonomía y empiezan a querer descubrir el nuevo ambiente que les rodea.

ANSIEDAD POR SEPARACIÓN

¿Qué factores influyen en la ansiedad por separación? Básicamente el tipo de vinculación previa establecida con los padres, cuanto más segura, más fácil el proceso.

Por otro lado, va a ser la actitud de los adultos involucrados lo que va a facilitar el proceso, es decir por un lado padres y por el otro las nuevas figuras de apego, las maestras y maestros, etc.

CÓMO PUEDES AYUDARLES

¿Qué podemos hacer para que este proceso sea lo menos doloroso posible al comenzar el periodo escolar? En la parte que corresponde a los padres, por un lado trabajar mucho la vinculación con su hijo/a y por otro, analizar cómo se asume la separación. ¿Hay temores?, ¿hay sentimientos de culpabilidad?, ¿Qué grado de confianza tengo en las posibilidades del niño/a? …. Todas estas inquietudes son transmitidas de manera inconsciente y son captadas negativamente por el niño/a.

Para minimizar esto es esencial tener confianza en el centro educativo elegido, visitarlo, informarse, elegir centros con periodos de adaptación flexibles, con un buen sistema de comunicación con los padres, conocer a sus maestras/os, etc. También tener la tranquilidad de que es un proceso totalmente normal por el que hay que pasar, confiando que el niño/a va a saber desarrollar las habilidades necesarias para adaptarse.

Desde el punto de vista de educadores infantiles, debemos tener presente la importancia del apego y las repercusiones que tiene en el niño/a. Teniendo en cuenta que durante los primeros años cuando más plástico es el cerebro, las neuronas del niño/a se desarrollan según la calidad de los estímulos que recibe por interacción con las personas centrales en su mundo: abrazos, achuchones, caricias, risas, balanceos, movimientos, sonidos, voces, cantos, palabras, mimos, cariños, olores, sabores,…. y muchos besos. Nosotros formamos parte importante en la vida de los niño/as y debemos procurar establecer vínculos positivos que les posibiliten un apego seguro con nosotros.

Pongamos presencia y atención en una de las experiencias más importantes del ser humano, el apego.

Susana Barriga López

Máster en Neuropsicología y Educación. Coach familiar. Educatumente colaboradora de Mozartkids

www.mozartkids.com

http://educatumente.com


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